miércoles, 7 de octubre de 2009

Cumbre del clima: Nueva luz en Copenhague

Amy Goodman
Tarde o temprano el calentamiento global se va volver irreversible sino se toma medidas al respecto. Una nueva generación de ambientalistas ya está en movimiento. La acción ciudadana auténtica, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, será fundamental para contrarrestar la influencia de la industria en las negociaciones de Copenhague.
El 1° de septiembre, la Unión Europea dejó de fabricar e importar lamparitas de luz incandescentes. Los europeos ahora pasarán a utilizar las lamparitas compactas fluorescentes, las halógenas y los LEDs (diodos emisores de luz), que son muchos más eficientes. Los críticos dicen que las lámparas incandescentes gastan hasta un 95 por ciento de la energía en forma de calor, utilizando tan sólo el 5 por ciento para alumbrar. La Unión Europea espera ahorrar el equivalente al uso energético de 11 millones de hogares para el año 2020, lo que equivale a 7.330 millones de dólares al año para la economía europea.
Esta prohibición impulsada por la UE llega justo antes de la Conferencia sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, que se llevará a cabo en Copenhague en diciembre de 2009, y que tiene como objetivo actualizar el Protocolo de Kioto de 1997. Las emisiones de gases de efecto invernadero ahora ocurren a mayor velocidad que nunca. Copenhague será fundamental en el éxito o el fracaso de establecer un plan de acción mundial práctico y vinculante antes de que el cambio climático provocado por seres humanos alcance un punto de no retorno, creando una ola de catástrofes.
Tarde o temprano el calentamiento global se va volver irreversible sino se toma medidas al respecto. Las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera se miden en “partes por millón” (PPM) El ambientalista Bill McKibben dice que un nivel sustentable de dióxido de carbono en la atmósfera es de 350 PPM. McKibben denominó a su organización 350. org para reforzar este aspecto. Actualmente estamos en 387PPM y la cifra va en aumento. McKibben y 350. org están convocando a un día de acción global el 24 de octubre antes de la cumbre de Copenhague.
Una nueva generación de ambientalista ya está en movimiento. Esta semana, dos jóvenes fueron arrestados en Virginia Occidental por detener los trabajos de extracción de carbón con remoción de la cima de la montaña de la minera Massey Energy mediante una ocupación que duró una semana, y seis personas fueron arrestadas en la sede del Royal Bank of Scotland en Londres por protestar contra las inversiones del banco en proyectos de combustibles fósiles. Los activistas se pegaron entre sí y al piso del banco para impedir ser retirados.
Pero el camino hacia Copenhague también está recubierto de oro: las ricas industrias del petróleo, del gas y del carbón están gastando un dineral en su intento por hacer descarrilar o debilitar cualquier posible resultado. El instituto Estadounidense del Petróleo (API, por sus siglas en inglés) lanzó en Estados Unidos una campaña llamada “Astro Turf”, a la que hay que tener cuidado en no confundir con una campaña llevada adelante por grupos de base. La API pagó y organizó eventos, con asistencia mayoritaria de empleados de empresas de petróleo, gas y carbón, bajo la consigna “Ciudadanos por la Energía”. Los empleados fueron trasladados en autobuses a los eventos con carteles que proclamaban “NO quiero el combustible a 4 dólares” y “Congresistas, no me quiten mi trabajo”. Cualquier parecido con los grupos organizados que irrumpen en los foros públicos sobre la reforma del sistema de salud no era mera casualidad. El grupo FreedomWorks, del ex líder de la Mayoría de la Cámara de Representantes, el republicano Dick Armey, financiado, entre otros, por empresas petroleras y farmacéuticas, figura como consultor de las campañas públicas de todas estas industrias.
Postergación con ironía
La API está intentando menoscabar la consideración por parte de Senado de Estados Unidos de la legislación sobre cambio climático, y podría lograrlo. El proyecto de la ley de la Cámara de Representantes, conocido como Ley Estadounidense de Energía Limpia y Seguridad o proyecto de ley Waxman-Markey sobre el clima, será considerado por el Senado. Se necesitaría una acción inmediata del Senado para darle al presidente Barack Obama capacidad de negociación en la reunión del G20 que se realizará en Pittsburgh a fines de este mes, un paso clave en el camino hacia Copenhague. Pero los senadores Barbara Boxer y John Kerry afirmaron esta semana que el tratamiento del proyecto de ley se va demorar, según dijeron, a causa del debate sobre reforma del sistema de salud y la muerte del Senador Edward Kennedy.
¡Qué irónico! Cada semana que se posterga la votación sobre los proyectos de la ley de asistencia de salud y energía es una victoria para quienes se oponen al cambio, lo cual es muy triste debido a que éstos eran, precisamente, dos de los temas más importantes para Kennedy.
La acción ciudadana autentica, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, será fundamental para contrarrestar la influencia de la industria en las negociaciones de Copenhague. Hay una luz al final del túnel del cambio climático, y no es precisamente incandescente.



Fuente: La Primera,

¿Cuál será el futuro de nuestros nietos?

Leonardo Boff.

Mirando a mis nietos jugando en el jardín, saltando como cabras, rodando por el suelo, subiendo y bajando de los árboles, me surgen dos sentimientos. Uno de envidia, pues ya no puedo hacer nada de eso con las cuatro prótesis que tengo en los miembros inferiores. Y otro de preocupación: ¿a qué mundo tendrán que enfrentarse dentro de algunos años?
Los pronósticos de los especialistas más serios son amenazantes. Hay una fecha fatídica o mágica de las que hablan siempre: el año 2025. Casi todos afirman que si ahora no hacemos nada o no hacemos lo suficiente, la catástrofe ecológico-humanitaria será inevitable.
La lenta recuperación de la actual crisis económico-financiera que se nota en muchos países, todavía no significa una salida de ella. Solamente que termino la caída libre. Vuelve el desarrollo/crecimiento, pero con otra crisis: la del desempleo. Millones de personas están condenadas a ser desempleados estructurales, es decir, que no volverán a ingresar al mercado de trabajo, ni siquiera quedarán como ejército de reserva del proceso productivo. Simplemente son prescindibles. ¿Qué significa quedar desempleados permanentemente sino una muerte lenta y una desintegración profunda del sentido de vida? Añádase además que hasta esa fecha fatídica están pronosticados de 150 a 200 millones de refugiados climáticos.
El informe hecho por 2.700 científicos “State of the Future 2009” (O Globo de 14.07/09) dice enfáticamente que debido principalmente al calentamiento global, hacia 2025, cerca de tres mil millones de personas no tendrán acceso al agua potable. Qué quiere decir eso? Sencillamente, que esos miles de millones, si no son socorridos, podrán morir de sed, deshidratación y otras enfermedades. En informe dice más: la mitad de la población mundial estará envuelta en convulsiones sociales a causa de la crisis socio-ecológica mundial.
Paul Krugman, premio Nobel de Economía de 2008, siempre ponderado y crítico en cuanto a la insuficiencia de las medidas para enfrentar la crisis socio-ambiental, escribió recientemente: “Si el consenso de los especialistas económicos es pésimo, el consenso de los especialistas del cambio climático es terrible”. Y comenta: “si actuamos como hemos venido haciéndolo, no el peor escenario, sino el más probable será la elevación de las temperaturas que van a destruir la vida tal como la conocemos”.
Si probablemente va ser así, mi preocupación por los nietos se transforma en angustia: ¿qué mundo heredarán de nosotros? ¿Qué decisiones se verán obligados a tomar que podrán significar para ellos la vida o la muerte?
Nos comportamos como si la vida Tierra fuese nuestra y de nuestra generación. Olvidamos que ella pertenece principalmente a los que van a venir, nuestros hijos y nietos. Ellos tienen derecho a poder entrar en este mundo mínimamente habitable y con las condiciones necesarias para una vida decente que no sólo les permita sobrevivir sino florecer e irradiar.


Fuente: La Primera