domingo, 19 de julio de 2009

SEVERO CAMBIO CLIMÁTICO LLEGÓ ANTES DE TIEMPO

Pese a las advertencias de la naturaleza y la ciencia, persisten trabas para llegar a un acuerdo y disminuir el calentamiento global.

Imagínese una casa a punto de desplomarse por el uso excesivo y la falta de mantenimiento. Sus habitantes, irresponsables e ignorantes, acaban de saber de boca de un sabio respetado por todos, que si no toman medidas de inmediato para detener el deterioro no podrán dejar la vivienda a sus hijos. A pesar de que el tiempo apremia, no se avizora un entendimiento sobre cómo salvar la casa, porque aquellos que se han enriquecido a costa de ella actúan con mezquindad para pagar las reparaciones y regatean el auxilio que deben prestar a los más pobres. Estos no han causado mayores daños, pero serán los primeros que sufrirán el desplome del techo o la inundación del sótano. El conserje, que anima y modera las discusiones entre los habitantes, está sumamente preocupado, pero guarda la compostura para no caldear más los ánimos.

La casa es la Tierra. Sus habitaciones más perjudicadas son de las primeras regiones del planeta afectadas por el cambio climático. Los inquilinos ricos son los países industrializados; los pobres son los países en desarrollo. El conserje es la secretaría del órgano de la ONU para el clima, la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (UNFCCC). Y el sabio es el Panel Intergubernamental para Cambio Climático (IPCC), que, bajo auspicios de la ONU, reúne a la crema y nata de la comunidad científica.
Este grupo de investigadores publicó, a lo largo del 2007, una serie de alarmantes informes que concluyen que el hombre, con su actividad industrial desenfrenada y modo de vida dependiente de los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas), es el gran causante del calentamiento global y que, de continuar con su conducta, causará un aumento de la temperatura superior a los 3 °C en pocas décadas.

SOMBRÍOS PRONÓSTICOS
Stephan Rahmstorf, del Potsdam Institute for Climate Impact Research, explicó a El Comercio que las más recientes investigaciones demuestran que el calentamiento del planeta se está produciendo a ritmo más acelerado y sus consecuencias son más severas de lo que pronosticó el IPCC: “Entre el cierre del plazo para enviar estudios al panel y hoy se han publicado unos 30 mil nuevos informes que indican que las concentraciones de CO2, el derretimiento de los polos, el aumento del nivel de los océanos y la intensidad de los ciclones tropicales son mayores que lo esperado”.

Como si la voz de la ciencia no bastara, el 4 de abril, cuando los delegados de los 192 países que integran la UNFCCC se hallaban reunidos en Bonn a punto de comenzar su segunda semana de discusiones, la gigantesca placa de hielo Wilkins (11.000 kilómetros cuadrados, dos veces más grande que Tumbes) se acabó de desprender de la Antártida. Separada de tierra firme, su derretimiento será todavía más acelerado. Solo el año pasado Wilkins había perdido ya el 14% de su superficie. En el Perú, la reducción de los glaciares, la frecuencia y el rigor de las heladas y la escasez o abundancia de lluvias son pruebas incontrovertibles de que el cambio climático es un problema del presente.

El mapa de impactos del calentamiento global preparado por el IPCC deja en evidencia que en nuestro país hay poblaciones y ecosistemas altamente vulnerables. Los científicos vaticinan un aumento del nivel del mar con consecuencias para las ciudades costeras, derretimiento de nevados, inundaciones, sequías y escasez de agua. La gravedad de estos fenómenos y sus consecuencias sobre la agricultura, la pesca, el aprovisionamiento energético e incluso la seguridad de la población dependerá de la envergadura del calentamiento global.

¿HAY SOLUCIONES?
Hace varios años, en 1997, los vecinos de la maltrecha vivienda de nuestra metáfora habían intentado ponerse de acuerdo para dejar de destruirla. Pero el intento resultó un fracaso porque el habitante más rico y voraz andaba en borracheras y rehusó asumir sus responsabilidades. Hoy este personaje, EE.UU., que se negó a ratificar el Protocolo de Kioto, está de regreso a la mesa de negociaciones y se dice dispuesto a participar en la nueva tentativa para cerrar un acuerdo mundial ambicioso destinado a combatir el cambio climático.
Sin embargo, hasta ahora Washington no ha fijado sus metas de reducción de CO2. La administración de Barack Obama se ha limitado a adelantar que contempla que las emisiones de gas tengan en el 2020 el nivel de 1990 : una meta insuficiente visto que los científicos claman porque los países industrializados disminuyan sus emisiones entre un 25% y 40% hasta el 2020, para evitar un calentamiento global de más de 2 °C con todas sus consecuencias catastróficas.

La ciencia también ha determinado que ni siquiera la mejor voluntad de los países ricos bastará para salvar al planeta. Hará falta que los países en desarrollo, sobre todo los emergentes (China, India, Brasil, México), participen. Y ante esta evidencia, se complican las negociaciones para acordar un Kioto 2. Los países que apenas comienzan a desarrollarse les han pedido a los industrializados transferencias de fondos y tecnología para apuntar a un progreso menos devastador para el planeta. Además, les exigen que ayuden a los más vulnerables al impacto del cambio climático a adaptarse a sus consecuencias irreversibles.
Ni para uno ni otro fin, ni EE.UU. ni la UE, llamados a liderar la revolución verde por su grado de riqueza, desarrollo tecnológico y responsabilidad histórica en el calentamiento global, han puesto cifras y mecanismos concretos de apoyo financiero sobre la mesa de negociaciones y las mantienen prácticamente bloqueadas cuando faltan apenas ocho meses para la gran conferencia de Copenhague, convocada para redactar el compromiso que reemplazará al Protocolo de Kioto.
La metáfora de este texto tiene sus límites: de esta casa, la Tierra, no podemos mudarnos, pues no tenemos otra. ¿Cómo interpretar la displicencia de Washington y Bruselas? ¿Será que quieren hacerles pagar sus platos rotos a los demás?

¿Quiénes son los sucios y cínicos?
De acuerdo con datos del 2007 de la Agencia Medio Ambiental Holandesa, los que más CO2 emiten son China (24%), EE.UU. (21%), la UE (12%), India (8%) y la Federación Rusa (6%). Juntos, los grandes contaminadores emiten el 71% del CO2 mundial.
Pero si dividimos el volumen de emisiones entre la cantidad de habitantes de un país, China e India desaparecen de la lista negra y nos quedamos con los contaminadores genuinos y consuetudinarios: EE.UU., UE, Rusia, Japón, Australia y Canadá.
Con las metas de reducción de emisiones dadas a conocer hasta ahora, los países industrializados llegarían a un objetivo agregado de entre el 4% y 14% de recortes de CO2 en el 2020 con respecto a 1990. Un resultado patético y desalentador, habida cuenta de que el IPCC ha recomendado una disminución de entre el 25% y 40% para este grupo de países.

Struyf Palacios, Eric. “Severo cambio climático llegó antes

de lo esperado”. En El Comercio (Lima-Perú), 12.04.09.

ALGO DEBEMOS HACER CON LA ‘E-BASURA’

No hace falta reinventar la pólvora si esta ya existe. Es tiempo, más bien, de que todos tomemos conciencia y propongamos alternativas viables para dar solución a un problema global que, en el Perú, empieza a ser preocupante: la gestión, reciclaje y disposición final de la basura electrónica.
Algunos señalan que los desechos domésticos de la última década poco tienen que ver con los de años anteriores. Y no se equivocan. Computadoras y teléfonos celulares en desuso, así como televisores, equipos de sonido, de entretenimiento y de uso profesional, artefactos electrodomésticos y una gran variedad de repuestos usados por la industria automotriz, están formando grandes montaña de desechos tecnológicos por todos lados, pero pocos parecen darse cuenta de los serios problemas ambientales que ello entraña.
“El efecto de la basura electrónica producida por las computadoras obsoletas y los componentes electrónicos descartados es desastroso para el medio ambiente y nuestra gente”, advierte el ingeniero Manuel Luque Casanave, especialista en el tema y presidente del Centro para el Desarrollo Económico, Social y Ambiental (Cepadesa).
Pero no solo las PC y los celulares causan preocupación. Hablamos también de equipos médicos obsoletos (utilizados principalmente para realizar exámenes radiológicos, electroencefalografías, tomografías y ecografías), de los focos ahorradores cuya vida útil acabó (incluidos fluorescentes y reflectores), desechos de calculadoras, cajas registradoras, impresoras y fotocopiadoras, entre otros.
¿Sabe usted adónde van a parar cuando les dan de baja por viejos o los cambian por no estar de moda?

RECICLAR O ‘CANIBALIZAR’
En los países donde se ha tomado conciencia de la crisis ambiental, el reciclaje tecnológico empieza a tener acogida. Además de evitar la destrucción del medio ambiente, el sistema puede ser provechoso y generar ganancias para quienes lo practican.
En el Perú, esta posibilidad es aún remota. Aquí solo se ‘canibalizan’ los componentes de viejas computadoras para armar nuevas y venderlas como tales en el mercado informal. Lo que sirve se vuelve a usar, y, lo que no, se bota a la basura para ser quemado o arrimado en algún lugar.
Basta darse una vuelta por el jirón Leticia, en el Centro de Lima, por San Jacinto en El Agustino o por la ‘cachina’ de Las Malvinas, para comprender la dimensión del problema. Y no halamos de galerías ni de tiendas comerciales dedicadas formalmente a la venta de productos informáticos, sino de locales donde la basura electrónica es depositada, procesada y, finalmente, convertida en nuevos productos que se ofrecen sin garantía en el mercado informal.
“Por eso a los vertederos y rellenos sanitarios llega de todo y en ellos puede encontrarse restos de mercurio, cobalto y cromo, elementos químicos que forman parte de los circuitos electrónicos de los aparatos electrodomésticos de uso diario. Y si a estos contaminantes les agregamos toneladas de plástico, cobre, cadmio, plomo, zinc y níquel, la situación empeora aún más”, agregó el ingeniero Luque.
Físicamente en el Perú hay casi 10 millones de celulares activos y más de 500 mil computadoras operativas, además de diferentes artículos electrónicos como fax, escáner y fotocopiadoras, entre otros, que se transformarán en un verdadero riesgo ecológico al final de su vida útil.


NO ES FICCIÓN, ES UNA REALIDAD
No hace mucho la comunidad internacional se sorprendió con las imágenes de grandes basureros electrónicos en China, Pakistán e India. Las tomas, difundidas por diferentes medios de comunicación de todo el mundo, entre ellos, El Comercio, mostraban miles de computadoras y restos y restos de artefactos electrodomésticos amontonados en sitios eriazos y juntos –e incluso sobre- terrenos agrícolas, y a hombres, mujeres y niños deambulando entre los restos buscando algo que pueda ser comercializado.
En el Perú, y, en general, casi en toda la región, no preocupa tanto el tema de la basura electrónica proveniente de los países desarrollados, como ocurre en Asia o África. Lo que sí empieza a preocupar, cada vez más, es la aparición de nuevos cementerios tecnológicos, debido sobre todo a la gran cantidad de teléfonos celulares, computadoras, licuadoras, televisores, radios, MP3, MP4 y DVD que se desechan anualmente.
Y el problema llama la atención porque ahora hay tendencia entre los consumidores a desechar los aparatos electrónicos, aunque funciones, motivados por los avances tecnológicos o los nuevos modelos telefónicos, sin que existan estrategias claras ni propuestas para el reciclaje de estos productos.
Este es un tema que a todos preocupa, por eso creemos que deberían abrirse foros de discusión, donde las autoridades, empresarios y ciudadanos en general puedan plantear sus puntos de vista al respecto.

NORMAS APLICABLES
El manejo de los residuos tecnológicos en el Perú es regulado por la Ley General de Residuos Sólidos (Ley 27314) y su reglamento (Decreto Supremo 057-2004-PCM), “normas que nos han permitido dar un gran paso adelante en este tema, pero pueden resultar poco efectivas si no se cuenta con los mecanismos de fiscalización suficientes y adecuados para esta tarea”, dijo el experto.
Pero la solución no está en manos de un solo sector. La legislación y los incentivos pueden influir, pero dependerá de todos hacer frente al problema.

Cuadros Guedes, Juan Carlos. “Algo debemos hacer con la
‘e-basura’”. En El Comercio (Lima-Perú), 06. 05. 07.
DEPREDACIÓN Y CONTAMINACIÓN REDUCEN HECTÁREAS DE LOS MANGLARES DE TUMBES

Sin duda, el Santuario Nacional de Los Manglares de Tumbes constituye uno de los más bellos parajes naturales del Perú. Desafortunadamente –y como sucede con otras grandes maravillas en nuestro país- su ecosistema está viéndose perjudicado por la devastación y la contaminación.
En un recorrido por la zona, este diario pudo comprobar lo que ecologistas, autoridades y la población de Puerto Pizarro (distrito de pescadores ubicado a 12 kilómetros de la ciudad de Tumbes, donde se ubica la reserva) denuncian desde hace algún tiempo con indignación: la depredación del mangle, árbol que crece y vive en agua salada y que junto a muchos otros de sus especie compone idílicos escenarios.
Un viaje de diez minutos en bote desde Puerto Pizarro es suficiente para llegar a la isla Jelí. Allí, donde antes se veían sanos y verdes mangles, solo quedan restos. Muchos han sido talados y quemados. Los especialistas sostienen que esto se debería al accionar de algunas empresas langostineras, las cuales necesitan espacio para construir pozas donde puedan criar a los crustáceos.
“En los últimos 10 años, las hectáreas de mangle se han reducido de 8.000 a 4.500. Evidentemente en la depredación estarán comprometidas algunas langostineras, por eso no debemos permitir que continúen operando impunemente. Ello no solo pone en peligro la sostenibilidad de los manglares sino también la presencia de conchas y cangrejos en la zona, los cuales se reproducen gracias a las plantaciones de este árbol semiacuático”, sostuvo exconsejero regional de Tumbes, Jorge Cordero.

Los manglares de Tumbes componen un ecosistema que sostiene la biodiversidad de la zona, compuesta por 50 variedades de aves y familias de cocodrilos que hace 10 años estaban en peligro de extinción.
Sobre este tema, el ex alcalde delegado de Puerto Pizarro, Pablo Otero, indicó que se pide al Gobierno Central que delegue al Gobierno Regional de Tumbes la facultad de fiscalizar la industria langostinera en el lugar.
“Al terminar las cosechas (la crianza de langostinos), la mayoría de langostineras limpia sus pozas con cal y otros químicos. Luego, las aguas tóxicas son arrojadas al mar de Tumbes, lo que atenta directamente contra los manglares”, agregó.
Por su parte, el gerente de recursos naturales de la región Tumbes, Frank Alemán Clavijo, sindicó a las empresas langostineras asentadas en la zona como las principales contaminantes del santuario y señaló que la mayoría de ellas no cumple con el Programa de Adecuación y Manejo Ambiental (PAMA) debido a una falta de control de la Dirección Regional de Producción de Tumbes.

NIEGAN RESPONSABILIDAD
El vicepresidente de la Asociación Langostinera Peruana (Alpe), Ernesto Quiroz Mannucci, rechazó que las langostineras ocasionaran los daños que se le imputan. Según Quiroz la contaminación de los manglares se genera por otras causas, como los pesticidas y químicos que se utilizan en las 12.000 hectáreas de arroz que se siembran en las zonas aledañas, al igual que por los residuos producidos por los 6.000 pobladores del distrito de Puerto Pizarro.


Obregón, Johnny y Rodríguez, Milagros. “Depredación y contaminación reducen hectáreas de los manglares de Tumbes”. En El Comercio (Lima-Perú), 18.11.07.